Hay una historia en la Biblia la cual es hermosamente Profética, e involucra principalmente a cuatro personajes; el principal de ellos es Yeshúa Mashíaj, otro es un hombre llamado Yaír (Jairo), también la hija de Yaír, y por último una mujer con flujo de sangre. Esta impactante historia está relatada en dos Evangelios, el de Marcos 5:21-43, y el de Lucas 8:41-56. La escena profética la podemos entender así:
Yeshúa Mashíaj representa al libertador, al sanador y dador de vida, pues en su encuentro con la mujer que padecía de hemorragia por doce años no solo ella fue sanada, sino liberada, rescatada de los Médicos o Doctores que la estaban explotando. Y en cuanto a la hija de Yaír ella fue resucitada sacándola de su estado de muerte. Haciendo rendir ante Él a un “Doctor” de la Toráh.
Yaír representa a la Clase Religiosa Yehudita (judía) juntamente con los Médicos o Doctores. Los Religiosos se creían los dueños y amos de la Nación, y a su vez creían que la Nación era su Hija y podían disponer de ella como querían. Como Médicos o Doctores se aprovechaban de su estatus para explotar la Toráh a su amaño y así mantenerla enferma, dando sus propias interpretaciones y creando sus doctrinas y tradiciones de hombres.
La hija de Yaír representaba al Pueblo o Nación, la cual estaba moribunda, e incluso llegó a morir, a pesar de estar bajo la tutela y el cuidado de los Religiosos, de los Doctores, los cuales no pudieron hacer nada, y solo podría ser revivida por la acción directa del Mashíaj. Yaír también representa a aquellos que, abandonando su religiosidad de doctrinas humanas, reconocieron que solo Yeshúa Mashíaj podía dar vida y por eso acudió a Él; al igual que la niña representa a todos los que son sacados de la muerte y del dominio del Sistema Religioso.
La Mujer con Hemorragia representaba a la Toráh, la cual, por acción misma de los Médicos o Doctores, es decir de los Religiosos, era explotada, y por tanto no podía ser fértil y dar los frutos de Ella, y estaba arrastrada entre las multitudes. Ellos tenían a la Toráh bajo enfermedad con sus propias medicinas, es decir, sus interpretaciones y sus mandamientos inventados por hombres; engañando y haciéndole creer al Pueblo que sus enseñanzas provenían de Elohím y estaban respaldadas por la Toráh, cuando la Toráh solo era una víctima secuestrada y abusada por estos supuestos “Doctores”. Por eso, Yeshúa no solo sana a la Toráh, sino que la libera, la rescata, y la Toráh queda así aferrada al Manto de nuestro Mashíaj, es decir bajo su autoridad y poder cobertor, por eso salió poder de Él hacia la mujer, es decir a la Toráh. Ahora la Toráh se encuentra libre y sana a disposición de nuestro Mashíaj.
Cuánta Enseñanza Profética hallamos en las Sagradas Escrituras, y por eso tenemos la certeza de saber que tenemos la Palabra Profética más Segura.