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¿Qué estamos buscando?

Hay muchos que no han entendido que nuestra esperanza está más allá de esta tierra, de este mundo, de un pedazo de territorio, y fijan su mirada aquí. Tal es el caso de lo que conocemos como la Tierra Santa.

Muchos anhelan ir a al estado de Israel porque piensan que allá tendrán una mayor conexión con el Creador, sin entender que este mundo, incluyendo la denominada “Tierra Santa” dejará de existir. Podemos decir que hay una especie de tierrolatría.

Nuestros patriarcas entendieron, por revelación Divina, algo muy diferente a lo que muchos creen. La Biblia enseña en la carta a los Hebreos:

La fe por la que Avraham, a pesar de su avanzada edad y de que Saráh misma era estéril, recibió fuerza para tener hijos, porque consideró fiel al que le había dado promesa. Así que de este solo hombre, casi muerto, nacieron hijos como las estrellas del cielo en multitud y como las arenas que están a la orilla del mar, innumerables. Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las promesas; pero las vieron desde lejos y las acogieron, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Al expresarse así, claramente dieron a entender que andaban en busca de una patria. Y si hubieran estado recordando aquella patria de donde habían salido, habrían tenido oportunidad de regresar a ella. Pero, antes bien, anhelaban una mejor, la Celestial. Por tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios, y por eso les ha preparado una ciudad.

Hebreos 11:11-16

Partiendo de lo anterior, entendemos lo que Yeshúa Mesías le dijo a la samaritana, y se encuentra en el evangelio de Juan:

Nuestros antepasados adoraron en este monte, pero ustedes dicen que el lugar donde se debe adorar está en Yerushaláyim. 4:21 Yeshúa le dijo: Mujer, créeme que se acerca la hora en la que ni en este monte ni en Yerushaláyim adorarán al Padre.

Juan 4:20-21

Por tanto, no se trata de un lugar físico, no se trata de un territorio o país, sino de la disposición de cada uno de nosotros. Veamos lo que sigue diciendo el Evangelio de Juan:

No obstante, la hora que ha de venir, ya es, en la que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y verdad; pues, el Padre está buscando a los de esa clase para que lo adoren.

Juan 4:23