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La Navidad y su Origen Pagano

Todo empezó con la fiesta pagana en honor a uno de los tantos “dioses” romanos, el Sol Invictus (“Sol invicto” o “inconquistado”). Se trató de un culto pagano hacia una divinidad solar iniciado en el Imperio Romano tardío.

Este Festival indicaba el nacimiento o natividad del Sol inconquistado (Dies Natalis Solis Invicti – Día del Nacimiento del Sol Invicto) indicaba que nacía un nuevo sol que vencía a la oscuridad y que a partir del final del solsticio de invierno (empezando el 21 de diciembre) los días iban a hacerse más largos hasta llegar a su apogeo el 25 de diciembre, día en que se daba la Navidad o Natividad, es decir, Nacimiento del Sol Invicto.

Fue el emperador Aureliano, en el año 274, quien oficializó el culto al de la Navidad (Nacimiento) del Sol Invictus. Aunque en realidad, desde el primer emperador de la antigua Roma se rendía adoración y culto al Sol. Esta deidad fue muy favorecida por los sucesores de Aureliano, a tal grado, que las monedas romanas empezaron a ser acuñadas con ella hasta la llegada del emperador Constantino.

Aureliano fortaleció la posición de culto al Sol, como la principal divinidad del panteón romano, pues su intención era dar a todos los pueblos del Imperio, civiles o soldados, occidentales u orientales, un solo dios en quien ellos podrían creer sin traicionar a sus propios dioses. Esto debido a que los sacerdotes de Sol siempre habían sido de bajo rango, pero en esa nueva etapa fueron nombrados Pontífices y miembros del nuevo Colegio de Pontífices instaurado por Aureliano. Cada pontífice era miembro de la élite Senatorial, prueba de que era un alto y prestigioso cargo.

El centro del culto de la Navidad del Sol Invicto fue trasladado por Aureliano al nuevo templo que había sido construido en el 271 en el Campo de Agripa en Roma, con grandes decoraciones que fueron financiadas con el botín obtenido del Imperio de Palmira. También creó los “Juegos en honor al Sol”. Aureliano no persiguió a otras religiones. Sin embargo, durante su breve reinado, parecía seguir el principio de «un dios, un Imperio».

Los emperadores anteriores a Constantino grabaron el Sol Invictus en sus monedas oficiales, con la leyenda “SOLI INVICTO COMITI”, para, de este modo, invocar al sol invicto como compañero del emperador. Las estatuillas de Sol Invictus, cargadas por portaestandartes, aparecen en tres lugares en los relieves del Arco de Constantino. La moneda oficial de Constantino continuó llevando la leyenda relativa al Sol Invictus hasta el año 323. Recordemos que, el 7 de marzo del año 321, también Constantino decretó que, el primer día de la semana que era conocido como “dies Solis” o “día del Sol, sería el día de reposo o descanso, reemplazando así al séptimo día. Día que, años después, sería llamado “dies Dominicus” “día del Dominio o Señorío” “día Domingo”.

Este decreto está atestiguado en el Código de Justiniano III, 12, 2.

“Imperator Constantinus. Omnes iudices urbanaeque plebes et artium officia cunctarum venerabili die solis quiescant. Ruri tamen positi agrorum culturae libere licenterque inserviant, quoniam frequenter evenit, ut non alio aptius die frumenta sulcis aut vineae scrobibus commendentur, ne occasione momenti pereat commoditas caelesti provisione concessa.

Emperador Constantino. En el venerable día del sol se dejará a los magistrados y al pueblo de las ciudades descansar y se cerrarán todos los talleres. En el campo las personas ligadas a la agricultura podrán voluntaria y legítimamente continuar sus labores, pues con frecuencia sucede que el día siguiente no es el adecuado para sembrar o plantar viñas, pues se teme que por dejar pasar el momento propicio para tales operaciones se perderá el favor del cielo”.

El culto al Sol Invictus continuó siendo parte de la religión del Imperio hasta el establecimiento del símbolo niceno-constantinopolitano que fue promulgado en el Concilio de Nicea en el 325 y ampliado en el Concilio de Constantinopla en el 381. Fue así como el emperador Teodosio, bajo decreto, ordenó la abolición oficial de la fiesta de la Navidad del Sol Invictus por medio del famoso Edicto de Tesalónica del 27 de febrero del año 380, en el cual el emperador estableció que la única religión del estado era el catolicismo cristiano, prohibiendo de facto todas las otras religiones. Fue el 3 de noviembre del 383 cuando el día de reposo o descanso ordenado por Constantino, denominado hasta ese momento como el “dies Solis” “día del Sol”, sería renombrado como “dies dominicus” “día domingo”.

“Ad Principium praefectum praetorio. Solis die, quem dominicum rite dixere maiores, omnium omnino litium et negotiorum quiescat intentio; debitum publicum privatumque nullus efflagitet; ne aput ipsos quidem arbitros vel e iudiciis flagitatos vel sponte delectos ulla sit agnitio iurgiorum. Et non modo notabilis, verum etiam sacrilegus iudicetur, qui a sanctae religionis instinctu rituve deflexerit. Proposita III non. nov. Aquileiae Honorio n. p. et Evodio conss.

Códice Teodosiano 11.7.13.
De la sede del Principal prefecto. Que el día del Sol sea llamado propiamente Domingo por los mayores, y se descanse completamente en la atención de todas las disputas y negocios; deuda pública y privada nadie exija; ni los propios árbitros, ya sean los constituidos ante los tribunales o elegidos por su propia voluntad, aquellos que tienen reconocimiento alguno de las controversias. Y quien se desvíe ritualmente de la institución de la santa religión debe ser juzgado no sólo de manera notable, sino como sacrílego”. (Proposita III non. nov. Aquileiae Honorio n. p. et Evodio conss).

Es necesario recalcar que la expresión “Navidad” tiene su origen en la “Natividad del Sol Invicto” y no en el nacimiento del Mesías (Cristo); y quedó asociada al “Nacimiento” de Yeshúa Mesías (Jesucristo) a partir del emperador Constantino cuando se empezaron a reemplazar las fiestas paganas y disfrazar de “cristianas”, resultando un gran sincretismo de paganismo con cristianismo, una mezcla de lo pagano con lo divino. Que es lo que se celebra hasta la actualidad.

La fiesta de la Navidad “cristiana” apareció oficialmente por primera vez en el año 336 en el calendario romano; y gradualmente fue entrando en las tradiciones oficiales del catolicismo, hasta que, en el siglo V, quedó ordenada e instituida, eclipsando del todo a la fiesta de la Navidad del Sol invictus. Desde entonces se empezó a enseñar que Cristo era el verdadero Sol invictus. Es importante observar que, a partir del año 315, empiezan a aparecer en las monedas romanas los primeros símbolos cristianos. Esto fue un factor determinante para el cambio de la Fiesta de la Navidad. A esto se añade el supuesto mensaje de la célebre visión de Constantino en el sentido de la prevalencia de Cristo sobre el Sol, revelando así que Cristo era el verdadero sol invicto. Solo faltaba trasladar la fecha del nacimiento de Jesucristo al 25 de diciembre, día en que se festejaba el nacimiento del Sol invictus.

Así quedó, entonces, establecido el nacimiento de Cristo, entremezclado con una fiesta pagana e idolátrica, y es exactamente eso lo que se sigue celebrando hasta el día de hoy, y la mayoría ignora que están participando de una fiesta totalmente pagana.

No olvidemos la instrucción Apostólica:

No estén unidos a un yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué compañerismo hay entre la justicia y la violación de la Toráh (Ley)? ¿Y qué comunión hay entre la luz y las tinieblas? ¿Y qué concordia hay entre el Mesías y Beliyaal? ¿O qué parte tiene el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el Santuario de Dios y el de los ídolos? Porque nosotros somos Santuario del Dios viviente, como dijo Dios: «Habitaré entre ellos y entre ellos andaré; y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo». Por tanto, dice el Señor: «¡Salgan de en medio de ellos, y sepárense! ¡Y no toquen lo impuro; y Yo los recibiré!» Y Yo seré por Padre, y ustedes me serán por hijos e hijas, Dice el Señor Todopoderoso.

2 Corintios 6:14-18

No lleguen a ser idólatras, como algunos de ellos lo fueron, según está Escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a divertirse.

1 Corintios 10:7

Y estas cosas les acontecieron para ser de ejemplo, y fueron escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes hemos alcanzado los fines de los siglos. Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.

1 Corintios 10:11-12

Qué estoy diciendo con esto? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se dedica a los ídolos? Por el contrario, estoy diciendo que lo que los gentiles dedican, a los demonios lo dedican, y no a Dios; y no quiero que ustedes se hagan partícipes de los demonios. No pueden beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no pueden participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios. ¿O provocaremos a celos al Señor? ¿Somos más fuertes que Él? Aunque todo me sea lícito, no todo me ha convenir; aunque todo me sea lícito, no todo me edificará.

1 Corintios 10:19-23

Si algún incrédulo les hace una invitación, y desean ir, de todo aquello que pongan delante de ustedes, nada coman, sin antes preguntar, a causa de la conciencia. Y si alguno les responde: esto fue sacrificado a los ídolos; no lo coman, por causa de aquel que lo declaró, y de la conciencia. Y digo conciencia, no de la tuya, sino la del otro. Y alguno de ustedes dirá: ¿por qué mi libertad ha de ser criticada por causa de la conciencia de otro? Si participo dando agradecimientos, ¿por qué se me ha de criticar por algo de lo que ya agradecí? Tengan en cuenta que, sea que coman o beban, o cualquier cosa que hagan, deben hacerlo buscando siempre glorificar a Dios. Así que, ustedes deben ser irreprensibles ante los yehudim (judíos), los gentiles y la iglesia de Dios; tal cual, como yo también, en todo soy buen ejemplo a todos, y no busco mi propia conveniencia, sino la de muchos, para que sean salvos.

1 Corintios 10:27-33