fbpx

El Hombre del Cántaro

Cuando vamos a la historia de lo que muchos conocen como la Última Cena, tan solo un par de capítulos atrás, vemos a Yeshúa y a sus discípulos acercarse a Jerusalem, la cual estaba llena de personas que habían venido para Celebrar la Gran Fiesta de Pésaj (Pascua).

Cada casa tenía invitados adicionales, y cada habitación estaba llena; sin embargo, Yeshúa parecía extrañamente despreocupado por un lugar para comer la cena de Pésaj; por eso, con confianza les dijo a sus discípulos: «Al entrar en la ciudad, un hombre que lleva un cántaro de agua los encontrará. Síganlo hasta la casa donde entre».

¿Cómo supo Yeshúa que se encontrarían a un hombre con un cántaro de agua? Un hombre con un cántaro de agua era al muy inusual, ya que normalmente era trabajo de mujeres. ¿Por qué un hombre llevaría un cántaro de agua a Jerusalem?

El único grupo de hombres judíos que tradicionalmente llevaba cántaros de agua era el de los esenios. Dado que los esenios eran en su mayoría célibes, sus hombres hacían el trabajo de las mujeres. Por tanto, un hombre que llevaba un cántaro de agua tendría que haber sido un esenio.

Los esenios tenían sus comunidades, no solo en Qumrán, sino en varios pueblos. También tenían una comunidad en Jerusalem. El historiador judío Flavio Josefo nos dice que una de las puertas de Jerusalem se llamaba «la Puerta de los Esenios». Muy posiblemente, fue a través de esta puerta que ingresaron los discípulos al encuentro del hombre con un cántaro. Precisamente por las palabras de Yeshúa, sus discípulos entendieron que tenían que entrar a Jerusalem por la puerta de los esenios, era lógico.

Dado que los esenios usaban un calendario diferente, sus habitaciones aún no estarían ocupadas para Pésaj. Por eso el Maestro sabía que habría una sala disponible y lista para la tan anhelada Cena.

Por tanto, podemos deducir que aquella Cena Memorial probablemente se llevó a cabo en la casa de los esenios o de un esenio. Varios textos de Qumrán describen cómo eran aquellas comidas comunes de los esenios y las reglas que se aplican a estas comidas: «Cuando la mesa esté preparada para comer y el vino nuevo para beber, el sacerdote será el primero en extender sus manos para bendecir las primicias del pan y el vino nuevo».

Sabemos que durante la Última Cena, Yeshúa fue quien bendijo el pan y el vino: «Tomó el pan, dio gracias, lo partió y se los dio, diciendo: Esto es mi cuerpo que por ustedes es entregado; hagan esto en mi memoria. Entonces tomó la copa, dio gracias y dijo: Tomen esto y repártanlo entre ustedes; porque les digo que no beberé del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios».

Dado que estaban celebrando Pésaj dentro de los límites de la comunidad esenia o por lo menos en la casa de un esenio, mientras partían y bendecían el pan, Yeshúa podría haber sido percibido como el Sacerdote y Mesías que esperaban los esenios. Por tanto, Él se asegura de decirles a sus discípulos que no es un Sacerdote o un Mesías del concepto esenio, pues Él estaba vinculando esta partición del pan a lo que estaba por venir, a su sufrimiento inminente (aunque ellos no entendieran eso en el momento) —algo que el Mesías de los esenios no haría—: «Cuando llegó la hora, se sentó y los doce apóstoles con él. Entonces les dijo: “Con ferviente deseo he deseado comer este Pésaj con ustedes antes de sufrir”».

Así, durante la Última Cena, Yeshúa hizo una afirmación: No soy un Mesías como el de los esenios, soy un Mesías diferente, el que está profetizado, el Siervo Sufriente. Y aunque sus discípulos no lo estaban entendiendo muy bien hasta ese momento, muy pronto entenderían qué tipo de Mesías era Él.