El mismo Mesías dio una respuesta tan sencilla, pero tan contundente, que aquellos hombres, por estar embotados en la religiosidad judaica, no pudieron entender, y lo único que hicieron fue distorsionar totalmente lo que su Excelencia, nuestro Divino Mesías y Señor Yeshúa quiso enseñar. En el Evangelio de Yojanán (Juan) encontramos el episodio. Veamos:
Mis ovejas oyen mi voz, y Yo las conozco, y me siguen, y Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. Pues mi Padre, que me las ha dado, es Superior a todo, por lo que nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno. Entonces los judíos tomaron nuevamente piedras con la intención de apedrearlo. Yeshúa les respondió: Muchas obras excelentes de parte del Padre les he mostrado, ¿por cuál de ellas me apedrearán? Le respondieron los judíos: No es por obra excelente que te apedrearemos, sino por blasfemia, ya que tú, siendo un hombre, te haces a ti mismo Dios. Yeshúa les respondió: ¿Acaso no tienen ustedes escrito en la Toráh: «Yo dije, dioses son ustedes»? Y si llamó dioses a aquellos a quienes llegó la Palabra de Dios, y la Escritura no puede ser quebrantada, ¿a Aquel a quien el Padre santificó y envió al mundo, ustedes le dicen: Blasfemas, porque afirmé: Soy el Hijo de Dios?
Juan 10:27-36
Lo que podemos ver en el texto anterior es que los judíos, por causa de su religiosidad, malinterpretaron la expresión que usó Yeshúa Mesías cuando dijo, “Yo y el Padre somos uno”; pues ellos creyeron que al decir aquello, eso significaba que Yeshúa estaba afirmando ser el Padre, por lo cual quisieron apedrearlo.
Pero, ante la evidente confusión que tuvieron ellos, Yeshúa les explicó qué quiso decir con la expresión “Yo y el Padre somos uno”, y la explicación la encontramos en 10:36: “¿a Aquel a quien el Padre santificó y envió al mundo, ustedes le dicen: Blasfemas, porque afirmé: SOY EL HIJO DE DIOS?”.
¿Qué fue entonces lo que quiso decir su Majestad Yeshúa cuando afirmó “Yo y el Padre somos uno”? La respuesta salta a la vista, que “Él era el Hijo de Dios”, contrario a lo que los judíos habían entendido que “Él era el Padre”.
Lamentablemente hoy, al igual que aquellos judíos religiosos de entonces, algunos creen, de manera errónea, que la expresión “Yo y el Padre somos uno” significa que Yeshúa es el Padre; y lo peor es que, al igual que aquellos religiosos, no quieren aceptar la explicación que el mismo Yeshúa dio a la expresión “Yo y el Padre somos uno”, y que significa que Él es el Hijo de Dios.
¿Tan ciegos y tercos están algunos para no aceptar el significado verdadero, a pesar de que el mismo Mesías lo explicó? Como conclusión, la afirmación de labios de nuestro Señor Yeshúa acerca de Él mismo fue: ¡SOY EL HIJO DE DIOS!