fbpx

¿Qué Eran Realmente las Obras de la Ley?

Este es un tema muy discutido, pero poco entendido. Es real que en las cartas escritas por el apóstol Paulo a los romanos y a los gálatas se cita constantemente la frase “obras de la Ley”, esta realidad la hemos heredado de la traducción más popular al español conocida como Reina-Valera. A continuación citamos los textos tal cual aparecen traducidos en la versión Reina- Valera de 1960:

… ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.

Romanos 3:20

Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.

Romanos 3:28

… mas Israel, que iba tras una ley de justicia,  no la alcanzó. ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo…

Romanos 9:32

… sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.

Gálatas 2:16

Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?

Gálatas 3:2

Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?

Gálatas 3:5

Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.

Gálatas 3:10

También observamos el único texto en que se usa la expresión pero de manera singular:

Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos…

Romanos 2:14-15

Con base a los textos anteriores en honor a la verdad debemos decir que la traducción al español que hace la Reina-Valera no corresponde totalmente a la realidad del texto griego, pues en Reina-Valera se usó la expresión “obras de la ley” y esto es un error de traducción.

El texto griego habla de “ergon nomu” “ἔργων νόμου” que no debería traducirse como “las obras de la Ley” sino como “Obras de Ley”. De las nueve veces que aparece esta expresión las nueve aparece sin artículo “las” y “la” para referirse a “las obras de la ley”.

Es obvio que Paulo era un erudito y conocía muy bien el griego y esto es notorio ya que Paulo fue el único de los apóstoles que habló en el areópago en Atenas cuna de la sabiduría, y uno de los requisitos para hacerlo era tener un dominio total del griego. Por tanto, es imposible que a Pablo se le hubiera olvidado en nueve ocasiones hacer uso de los artículos que en idioma griego son tan críticos e importantes, tan es así que hasta los nombres propios llevan artículo. Solo un ignorante y poco preparado en griego cometería un error de esos.

Solo hay un caso en el que Paulo usa el artículo y es el que está en Romanos 2:15, pues aparece “to ergon tu nomu” “τὸ ἔργον τοῦ νόμου” “la obra de la Ley” o “el obrar de la Ley” que hace referencia a la obra o labor que la Ley hacía en alguien.

Por tanto, al carecer de artículos la expresión “ergon nomu” se constituye en una expresión adjetival que solo puede entenderse como el título o nombre de algo, no hay forma de entenderse de otra manera, la otra sería aceptando que Pablo cometió nueve veces el mismo error y que era un gran ignorante.

Por eso, durante este estudio vamos a ver cada uno de los textos citados anteriormente y observaremos que el apóstol Pablo atacaba a los movimientos religiosos que se basaban en lo que él llamaba “Obras de Ley o Ley de Justificación” que no eran más que códigos y normas inventadas por estos grupos, por medio de las cuales creían que cumplirían mejor la Toráh o Ley de Dios, y así iban a alcanzar su propia justicia. Todas esas leyes eran contrarias a aquello en lo que creía Paulo que era en la “Ley de Fe o Ley de Dios” conocida en idioma hebreo como “Toráh”.

Las “Obras de Ley o Ley de Justificación” no eran más que leyes o normas inventadas por los grupos religiosos que creían que por medio de ellas cumplirían mejor la Toráh o Ley de Dios y así alcanzarían su propia justicia.

Empecemos pues por analizar el texto de Romanos 9:31-32:

En la Versión de la Biblia Contextualizada (VCX) dice:

Pero Yisrael, que perseguía la justicia de la Toráh, no pudo alcanzar la Toráh. ¿Por qué? Porque no era la [justicia] que procedía de la fe, sino la [justicia] procedente de “Obras de Ley”. Por lo cual tropezaron en la piedra de tropiezo.

Romanos 9:31-32

En el texto de  Romanos 9:31-32 en la (VCX), hicimos uso de la expresión “procedente” cuando dice: “… sino la [justicia] procedente de “Obras de Ley”.

La expresión griega que se usó para “procedente” es “ek” “ἐκ” o “ex” “ἐξ” ante vocal, que significa: “desde, de, de entre, por, por causa de, por medio de, a base de, según, origen, procedimiento, pertenecer, fuente desde la que algo es llevado a cabo.”

Es decir, que el apóstol Paulo está haciendo referencia a un grupo de personas que son o pertenecen a algo o hacen parte de algo cuya base u origen está en “Obras de Ley” o “Ley de Justificación”. Desde ahí vemos que el apóstol estaba enfrentando a un grupo religioso que había permeado al pueblo judío, pero ¿quién era este grupo a quien Paulo llamaba los de “Obras de Ley”?

En el mayor descubrimiento arqueológico de la historia conocido como “Los Rollos del Mar Muerto” llevado a cabo en Qumrán está la respuesta.

En este descubrimiento se hallaron una serie de manuscritos muy antiguos entre ellos uno que tiene que ver con reglas y normas específicas el cual se conoce como “4QMMT”, la abreviatura de “Miksat Maaséh Toráh” que se ha traducido como “algunos de los preceptos de la Toráh”, pero que se puede traducir mejor como “Generalidades de Obras de Ley”. Es también conocido como “la Carta Halájica – Normas”. Es un texto muy fragmentado, consistente en seis copias numeradas como 4Q394 al 4Q399. El texto trata varios temas relativos a las diversas expresiones del judaísmo del siglo primero. En algunos temas legales específicos o de normatividad rabínica, este texto propone puntos de vista que son atribuidos a los saduceos en la Mishnáh que es el cuerpo exegético de leyes judías rabínicas compiladas durante siglos, pero que evidentemente se trata de un grupo disidente que llegó a conocerse como los esenios, que se oponían férreamente a la clase religiosa y sacerdotal de aquel tiempo y rechazaba todas sus prácticas y normativas.

Este documento realmente hablaba de un concepto de la Ley sustentada por la secta de Qumrán, y que se volvió común en el judaísmo no rabínico del primer siglo del cual muchos estaban cansados, por eso nunca fue parte de la tradición y del Talmud, pues eran vistos como opositores que no estaban de acuerdo con el pensamiento general judaico. Por eso se perdió en el tiempo. Tuvimos que esperar a que “Los Rollos del Mar Muerto” fuesen recuperados y develar así cuestiones con las que tuvieron que luchar los creyentes de la Iglesia primitiva.

A partir de esos descubrimientos se nos abrió un panorama de entendimiento de las cartas escritas por Pablo, pues este documento de que hablamos es al que el apóstol hacía referencia cuando usaba la expresión “Obras de Ley”.

Se leen en estos manuscritos cosas como:

Recuerda a los reyes de Israel y considera sus obras, cómo quien de ellos respetó la Toráh (Ley) fue liberado de sus angustias; a quienes buscaron la Toráh (Ley) les fueron perdonados sus pecados. Recuerda a David, uno de los piadosos, y también él fue liberado de sus muchas angustias y fue perdonado. Y también nosotros te hemos escrito algunas de las obras de Toráh (Ley) que pensamos buenas para ti y para tu pueblo, pues vimos en ti inteligencia y conocimiento de la Toráh (Ley).

En “4QMMT” encontramos un fuerte énfasis en la observancia de normativas en cuanto a cómo creían ellos que la Toráh (Ley) debía ser cumplida, entendida por sus autores como la observancia de preceptos bien específicos como “un camino para obtener el perdón de Dios”. Así es probable que cuando Pablo atacaba la justificación por medio de Obras de Ley, estaba adoptando el lenguaje utilizado en círculos judíos conectados con lo descubierto en Qumrán.

De ahí que el teólogo James D. G. Dunn concluyera que:

4QMMT preserva un vocabulario y una manera de teologizar que dejó su huella en un amplio espectro del pensamiento y prácticas judías, y que fue justo este modo de teologizar y sus prácticas lo que provocó que Pablo se confrontase en Antioquía y escribiera a los Gálatas.

Estos escritos conocidos como “Obras de Ley” habían permeado la comunidad cristiana tanto en Roma como en Galatia, ya que al parecer muchos de los nuevos creyentes en Yeshúa venían del grupo de los esenios o simpatizaban con ellos a pesar de ser saduceos o fariseos que intentaban seguir viviendo de acuerdo a sus tradiciones en cuanto a “Obras de Ley”. Por tanto, podemos concluir que Pablo emprendió una intensa campaña en contra de estos escritos y del grupo religioso judío que había desarrollado esta serie de normas alrededor de la Toráh y que ellos aseguraban que quien las hiciera sería justificado por el Eterno Dios. Pero lamentablemente a lo largo de la historia del cristianismo han confundido la Ley dada por el Eterno Dios con el escrito “Obras de Ley” de aquellos grupos sectarios o religiosos de la época.

Muchos expertos creen que por ejemplo, Juan el bautista, pertenecía a este grupo según las descripciones que da la Biblia, pues tenía muchas similitudes a la manera de vivir de los esenios y por ende un buen número de los seguidores de Juan se convertirían a Yeshúa. Esto es algo muy probable si vemos que YHWH escogió hombres claves para su Evangelio, tal como lo es el caso de Paulo que pertenecía al grupo o secta de los fariseos (Hechos 26:5).

Según el historiador Flavio Josefo muchos esenios había para entonces, alrededor de unos cuatro mil, los cuales vivían principalmente en Damasco y Yerushalem. De los datos que tenemos es que podemos establecer por ejemplo que Bernabé terminó vinculándose de lleno a la secta de los esenios.

Pero cuando Kefás fue a Antakya, me opuse a él cara a cara, porque era de condenar. Porque antes que llegaran algunos de parte de Yaakov, él comía en compañía de aquellos de las naciones; pero cuando llegaron, se retraía y se apartaba, teniendo temor a lo que pertenecen a la circuncisión. Y los demás yehuditas se unieron a él en su hipocresía, de tal manera que hasta Bar-Nabá fue arrastrado por la hipocresía de ellos. Pero cuando vi que no andaban rectamente en cuanto a la verdad del Evangelio, dije a Kefás delante de todos: Si tú, siendo yehudita, vives como uno de aquellos de las naciones y no como un yehudita, ¿cómo obligas a los de las naciones a ser como un yehudita? Nosotros, que somos yehuditas por naturaleza, y que no venimos de los de las naciones pecadoras, sabemos que el hombre no es declarado justo por pertenecer a “Obras de Ley”, sino por la fe en Yeshúa Mesías. Y también nosotros creímos en el Mesías Yeshúa, para que fuéramos declarados justos por pertenecer a la fe del Mesías, y no por pertenecer a “Obras de Ley”; porque por pertenecer a “Obras de Ley” ningún hombre será declarado justo.

Gálatas 2:11-16 (VCX)

La mayoría de estos escritos descubiertos y denominados “Obras de Ley” son de carácter sacrificial y toda su normatividad sobre purificaciones y ritos similares, algo que Paulo y los demás apóstoles atacaban ya que estos sacrificios habían quedado abolidos por medio de la obra hecha por Yeshúa el Mesías.

Por eso, en la carta escrita a los Hebreos se hace una clara explicación que todo lo que tenía que ver con sacrificios animales para redención y justificación había quedado sin efecto (Hebreos 8:1 – 9:15; Mateo 26:28).

Por tanto, cuando el apóstol Paulo hacía uso de la expresión “Obras de Ley” era una referencia a las tradiciones religiosas del judaísmo que no tenían nada que ver con la Toráh (Ley) del Eterno Dios.

Al no entender lo anterior, muchas veces hemos caído en la trampa de pensar que la fe y la gracia son contrarias a la Ley de Dios. Veamos lo que el apóstol escribió:

Pero, entendemos que todo lo que la Toráh dice, lo dice por causa de los que están [acusados por] la Toráh, a fin de cerrar toda boca y que todo el mundo quede bajo el juicio de Dios. Razón por la cual, ningún hombre será declarado justo delante de Él por pertenecer a “Obras de Ley”, ya que sólo es por medio de la Toráh que se puede reconocer el pecado. Por eso, ahora, sin relación con “Obras de Ley”, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por medio de la Toráh y los Profetas. Aquella justicia divina es mediante la fe en Yeshúa Mesías, para todos los que creen en Él; -y esto es así, pues no hay distinción alguna, ya que todos al haber pecado quedaron privados de la gloria de Dios-; pero, pudiendo ser declarados justos por su gracia, sin merecimiento alguno, mediante la redención que hay en Yeshúa Mesías. A Él lo puso Dios anticipadamente como sacrificio expiatorio por medio de la fe en su sangre, como evidencia de su justicia, ya que en su paciencia hizo caso omiso de los pecados pasados, con el propósito de demostrar su justicia en la temporada señalada, y ya que como Él es justo, será quien declare justo a aquel que pertenece a la fe de Yeshúa. Por tanto ¿dónde queda la jactancia [de algunos]? ¡Queda eliminada! ¿Por cuál clase de ley, la de “Obras”? ¡No! Sino, por medio de la “Toráh de Fe”. Concluimos entonces que, el hombre es declarado justo por “[Toráh de] Fe”, y no por “Obras de Ley”. ¿Acaso Él es Dios sólo de los yehuditas? ¿No lo es también de las naciones? ¡Sí, también de las naciones! Y como hay un solo Dios, Él será quien declare justo por la fe, al circunciso en carne; como también, a través de la fe, al incircunciso. Por tanto, no estamos invalidando la Toráh por medio de la fe, antes bien, estamos confirmando la Toráh.

Romanos 3:19-31 (VCX)

Paulo, hablando de cuál es el origen de la justicia pregunta en dónde radica efectivamente y lo hace diciendo: –“¿Por cuál clase de Ley?”- A lo que responde en forma de cuestionamiento: –“¿La de Obras?”- Y seguidamente dice: –¡No! Sino, por medio de la “Toráh de Fe””-. Es decir que Pablo establece una diferencia entre ambas, entre la “Ley de Obras” y la Ley de Fe o Ley de Dios – Torâh.

Entendemos entonces que lo que la fe invalidaba o hacía nulo era a todas las normativas religiosas conocidas como “Obras de Ley”, aquellos legalismos que se habían desarrollado como especie de códice por el cual se creía que se podía obtener la justicia de Dios. Por eso, el apóstol hace la aclaración que la fe no invalida a la Ley de Dios, sino que la confirma, la afirma, pues la verdadera fe está basada en la Ley de YHWH por medio de Yeshúa, y no en los legalismos o normas de hombres.

Esto era difícil de entender hasta que no obtuvimos, gracias a los descubrimientos arqueológicos, los Rollos del Mar Muerto en Qumrán, pues después de la dispersión de Yisrael, que empezó en el año 70 e.c. con la caída de Yerushalem y que finalizó con la caída de Metsadáh (Masada) en el 135, el MMT (Obras de Ley) se perdió quedando enterrada en una caverna de aquella región. De allí que la comprensión de lo que Paulo decía en sus cartas quedó bajo llave, así es que aquellos que quisieron deshacerse de las leyes de YHWH usaron textos de sus escritos sacándolos de su contexto real.

Sabiendo entonces que cuando Paulo hablaba de “Obras de Ley”, lo hacía en referencia a los documentos judíos escritos en el primer siglo sobre legalismos, entendemos que Pablo no atacaba a la Toráh (Ley de Dios) con la fe, sino que atacaba con la fe a todas las posiciones religiosas y sectaria que se habían levantado para entonces, de ahí que podamos entender mucho mejor ahora lo escrito por el apóstol en Gálatas 3:1-14. (VCX).

¡Oh! Galatitas insensatos ¿quién los encantó? Pues ante sus ojos, Yeshúa Mesías ha sido descrito como crucificado. Quiero saber una cosa de parte de ustedes: ¿Recibieron el Espíritu por pertenecer a “Obras de Ley” o por pertenecer a la obediencia de fe? ¿Tan insensatos son ustedes? ¿Habiendo comenzado en el Espíritu, ahora terminarán en la carne? ¿Tanto que han sufrido para nada? Si es que en verdad fue para nada. Aquel que les provee el Espíritu y efectúa milagros entre ustedes, ¿lo hace por ustedes pertenecer a “Obras de ley” o por pertenecer a la obediencia de fe? Entiendan realmente que, conforme Avraham creyó a Dios, le fue considerado por justicia; por tanto, los que pertenecen a la fe, éstos son “hijos” de Avraham. Y la Escritura previendo que, los que pertenecen a la fe, serán declarados justos por Dios en las naciones; por tal motivo, con anticipación evangelizó a Avraham diciendo: «En ti serán benditas todas las naciones». De manera que, los que pertenecen a la fe son bendecidos con el creyente Avraham. Pues todos los que pertenecen a “Obras de Ley” están bajo maldición. Ya que está escrito: «Maldito todo el que no permanece en todo lo que ha sido escrito en el libro de la Toráh, para hacerlo». Y es claro que, por “[Obras] de Ley” nadie es declarado justo delante de Dios, porque [está escrito]: «El justo vivirá por de fe». En cambio, el de “[Obras] de Ley” no pertenece a la fe, ya que [está escrito]: «El que los haga [los Estatutos], vivirá por ellos». Así que, el Mesías nos redimió de la maldición decretada en la Toráh, haciéndose maldición a favor de nosotros, porque está escrito: «Maldito todo el que es colgado en un madero»; para que la bendición de Avraham, que está en Yeshúa Mesías, llegara a las naciones, a fin de que, la promesa del Espíritu, la recibamos por medio de la fe.

Si Paulo hubiera estado hablando en contra de la Ley (Toráh), ni siquiera hubiera hecho mención de Abraham, de quien se afirma que cumplió las Instrucciones o Leyes de YHWH.

Según las evidencias encontradas, la secta de Qumrán basaba su razonamiento de “Obras de Ley” en lo hecho por Finees (heb. Pinejás), en lo que se consideraba un acto de lo correcto y justo, lo cual le confirió a él, justicia. Esto lo hacían con base a lo dicho en Salmo:

Entonces se levantó Pinejás e hizo juicio; por lo que se detuvo la plaga. Y le fue considerado por justicia de generación en generación por la eternidad.

Salmo 106:30-31 (VCX)

Así, este grupo sectario religioso, consideró que las obras dirigidas a hacer cumplir la Ley (Toráh) conferirían rectitud y justicia a quien las practicara, hallando así la justificación por medio de las obras.

Como ya lo hemos dicho es muy probable que este grupo sectario fuera una rama de los saduceos pues en sus escritos ellos mismos se hacían llamar “Los Hijos de Sadoc”. Recordemos que Sadoc fue el sumo sacerdote en tiempos de David y Salomón, y era el descendiente directo de Finees.

Por tanto, debemos entender que la fe en la gracia que vivimos, es como el perdón que un juez le otorga a un reo. Lo perdona, pero este perdón no significa que le da la libertad o licencia al perdonado de seguir violando ley. La persona perdonada, que vive bajo la gracia, tiene una doble obligación de cumplir la Ley. La persona que rehúsa guardar la Ley porque dice que vive bajo la gracia está equivocada.

Pues mientras vivíamos carnalmente, debíamos sufrir las consecuencias del pecado que actuaba en nuestros miembros, las cuales producían un fruto de muerte, tal como lo estipula la Toráh. Pero ahora, que hemos muerto al [pecado] que nos tenía dominados, ha quedado sin efecto la [condena] estipulada por la Toráh, de modo que sirvamos conforme al Espíritu Nuevo, y no a un escrito obsoleto [“Obras de Ley”]. Entonces ¿por qué vamos a decir que la Toráh es pecaminosa? ¡Que esto nunca suceda! Más bien, yo no fui consciente del pecado, sino gracias a la Toráh. Y ciertamente no habría tenido consciencia de la codicia, si la Toráh no me dijera: «¡No codiciarás!».

Romanos 7:5-7. (VCX)

Entonces, la Ley de Dios o de fe aparece para mostrar la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo bueno y malo. La Ley de fe es el perfecto código de ética y moralidad para esta hora de perplejidad y confusión. La ley de Dios es como un espejo que señala la mala conducta de mi vida, así como un espejo señala la suciedad de la cara. La única manera en que una persona puede saber que está errado en su vida es sometiendo su vida al escrutinio de la Ley, mirándose en el espejo de la Ley de fe.

Porque si alguno es oidor de la Palabra, pero no hacedor de Ella, éste es semejante al hombre que contempla su rostro en un espejo. Y aunque se contempló, al marcharse, se olvida cómo era. Mas el que observa atentamente la Toráh Perfecta de la Libertad, y permanece en Ella sin ser un oidor olvidadizo, sino poniéndola en obra, éste será bienaventurado en lo que haga. Pero, si alguno se cree religioso, pero no refrena su lengua, está engañando su propio corazón y su religiosidad es inútil.

Santiago 1:23-26 (VCX)