El Shilóaj fue un reservorio de agua que se abastecía del río Guijón, a través del túnel que el rey Yejizqiyáh (Ezequías) hizo, cuando éste represó el río y lo canalizó hasta dicho estanque.
Este mismo Yejizqiyáh fue quien represó el manantial superior de las aguas del Guijón, canalizándolas cuesta abajo hacia el occidente de la ciudad de Dawid. Y Yejizqiyáh avanzó en todas sus obras.
2 Crónicas 32:30
Este mismo estanque del Shiloáj es mencionado en el Evangelio de Yojanán (Juan), en el episodio de la curación del ciego de nacimiento.
Dicho esto, escupió en tierra, hizo lodo con la saliva y con el lodo untó los ojos del ciego. Y le dijo: Ve a lavarte en el estanque del Shilóaj, que significa “Enviado”. Así que él fue, se lavó y regresó viendo.
Juan 9:6-7
El Shilóaj era una fuente de agua muy importante para el abastecimiento del pueblo, el cual también se usaba para purificación en los tiempos del Segundo Templo, los sacerdotes acostumbraban a tomar agua de allí para todos los actos de purificación y para los servicios del Templo.
De hecho, se acostumbraba que el último día en el que se cerraban todos los ciclos de las Fiestas Bíblicas, el cual aparece registrado en Levítico 23:36 como “Yom HaSheminí” “El Día Octavo”, los sacerdotes hacían un desfile ritual de purificación del altar, trayendo agua desde el Shilóaj, y fue ese día cuando Yeshúa hizo una poderosa intervención.
En el último día, el más grande de la Fiesta, Yeshúa se puso en pie, y exclamó diciendo: ¡Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba! El que crea en Mí, tal como dice la Escritura, de su interior fluirán ríos de agua viva. Esto lo dijo respecto al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en Él, pues todavía no había sido dado Espíritu de Santidad, pues Yeshúa no había sido aún glorificado.
Juan 7:37-39
Aquella Fuente, el Shilóaj, que significa “Enviado”, era una representación del Mashíaj, el Enviado del Padre, Él era Aquella Fuente de Agua a la que todos debían acudir para Salvación y Purificación.
Porque Yo no hablo por Mí mismo, sino que el Padre que me Envió, Él me ha dado mandamiento de lo que Yo debo decir y lo que debo hablar. Y conozco que su mandamiento es vida eterna. Por tanto, lo que Yo hablo, lo hablo conforme el Padre me lo ha dicho.
Juan 12:49-50
Pero, al rechazar al Shilóaj no queda otra opción que la destrucción.
Otra vez YHWH volvió a hablarme, diciendo: Por cuanto este pueblo ha despreciado las aguas calmadas del Shilóaj, y se regocijan ante Retsín y el hijo de Remalyáh, he aquí que, Adonay hace subir sobre ellos aguas impetuosas y abundantes, las cuales respresentan al rey de Ashur con todo su ejército, las rebasan los cauces y desbordan las riberas. E inundarán Yehudáh, y crecerán y llegarán hasta el cuello, y se desplegarán sus alas hasta cubrir la anchura de tu tierra, ¡Oh Immanu El!
Isaías 8:5-8
Las aguas del Shilóaj son tranquilas y calmadas que sacian la sed de todo hombre y lo llena de vida, pero quien las desprecia será arrasado por las torrenciales aguas del juicio Divino.
Por lo cual, el Padre a nadie está juzgando, sino que todo juicio se lo ha entregado al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. Les dijo Yeshúa: ¡Amén! ¡Amén! El que oiga mi Palabra y crea a Aquel que me envió, tiene vida eterna y no será condenado, pues ha pasado de la muerte a la vida. ¡Amén! ¡Amén! Les digo, que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Elohím, y los que obedezcan vivirán. Pues al igual que el Padre tiene vida en Sí mismo, así también dio al Hijo tener vida en Sí mismo. Y le dio autoridad para hacer juicio, por cuanto es el Hijo de Hombre. No se maravillen de esto, porque ha de llegar la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz. Y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida, pero los que practicaron lo malo, a resurrección de condenación. No puedo Yo hacer nada por Mí mismo. Conforme a lo que se me dice, así decido; y mi decisión es justa, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad Aquel que me envió, es decir, la del Padre.
Juan 5:22-30