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La Importancia de la Profecía

El apóstol Pedro, entendiendo que para su tiempo ya abundaban las profecías de todo tipo por doquier, hizo una aseveración que deberíamos tener muy en cuenta, para diferenciar las profecías unas de las otras. Escribió él:

Porque tenemos la palabra profética más segura, a la cual ustedes hacen bien en estar atentos a ella como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro…

2 Pedro 1:19

En medio de tanto engaño, el mundo viene desgastándose con el tema de las profecías y esto ha hecho que se produzca una fatiga del asunto hasta el punto de su quiebre, y que la gente ya no quiera prestar mucha atención. Quedamos hartos con el tema de las profecías Mayas que anunciaban el fin del mundo a finales de 2.012, y así muchas han hecho su curso en su momento, pasando como si nada. Pero lo que no podemos dejar de ver y entender es que en la Biblia es donde encontramos la profecía más segura y verdadera.

Aunque la profecía constituye casi una tercera parte de la Biblia, su importancia constantemente es minimizada por quienes la hacen a un lado al decir que carece de significado práctico o por aquellos que objetan que es una moda pasajera que evita que miremos a Yeshûa. Apocalipsis 19:10 dice: “Porque el testimonio de Yeshûa es el espíritu de la profecía”. Así que, si se enseña correctamente la profecía, no hay razón para que nadie desvíe su atención de Yeshûa. De hecho, debería enfatizar la centralidad de Él.

¿Es práctica la profecía? Considere que todos los escritores de lo que comúnmente conocemos como Nuevo Testamento insisten que el estudio de la profecía motivará a una vida santa. ¿Qué podría ser más práctico que eso?

Lewis Sperry Chafer dijo: “No se debe olvidar que la profecía es la historia escrita de antemano por Dios, y que ella es, por lo tanto, tan digna de ser creída como lo son las otras partes de las Escrituras.” Recuerde que casi una tercera parte de la Biblia estaba en forma de profecía cuando las sagradas páginas fueron escritas.

Actualmente muchos de los escritos que eran profecía en su momento de escritura, hoy son un cumplimiento dentro de la historia del hombre. Mucho de la profecía bíblica se ha cumplido ya. Y en cada caso el cumplimiento ha sido la más literal realización de todo lo que se había profetizado. No olvidemos que la profecía bíblica y en sí toda la Palabra de Dios tiene un propósito y un fin específico y es el de “edificar, exhortar y consolar” al creyente (1 Corintios 14:3); a través de la enseñanza, la redargución, la corrección y la instrucción. “Edificar” en la enseñanza de Mesías, a los que desean recibir su Palabra y no la desprecian; “exhortar”, en seguir a la espera del encuentro del Mesías con su esposa, La Iglesia, viviendo una vida santa y justa ante Dios y, “consolar” a todos aquellos que esperamos la promesa del retorno de Yeshûa el Mesías para darnos así el mayor consuelo que un verdadero creyente puede tener, la salvación para vida eterna.

Apocalipsis 1:3 declara: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ellas escritas; porque el tiempo está cerca”. Mucha gente ve la palabra profética de la Biblia como algo comparable una película sacada de lo más profundo de la ciencia ficción hollywoodense y esto ha creado cierta repugnancia a la profecía, pues se ve solamente como una narrativa épica de grandes monstruos, bestias y caos, pero, la verdad es que en las profecías bíblicas están contenidas las mayores y más grandes promesas de bendición y de victoria para todos los creyentes en Yeshûa el Mesías. Es por eso, que la misma Escritura declara la dicha o gozo que puede llegar a alcanzar una persona que lee, oye y práctica la palabra profética.

¿Profecía o coincidencia?

Nada de lo que sucede es al azar o a la suerte. Las cosas que vivimos no son el resultado de la casualidad, sino de la “causalidad”, el llamado efecto-causa.

Nuestra cosmovisión cristiana no es cíclica ni caótica, como la han querido mostrar muchos pensamientos filosóficos, por el contrario es lineal, por lo tanto cada evento es nuevo y no la repetición de uno pasado, ni es producto del caos.

Partamos de la base de las profecías cumplidas respecto al Mesías:

Algunas personas encogen sus hombros a las profecías bíblicas y dicen: “Todo es coincidencia”. ¿Coincidencia? ¿El cumplimiento de más de cien profecías?

“Bueno, las cumplió a propósito”, dicen otros. Es verdad que Yeshûa podría haber cumplido conscientemente algunas de las profecías sobre el Mesías. De hecho, en una ocasión parece que Yeshûa lo hizo cuando pidió un pollino para su último viaje a Jerusalem. El evangelista dice que esto lo hizo para que se cumpliese lo dicho por el profeta Zacarías, de que el Mesías vendría humildemente, cabalgando sobre un pollino (Mateo 21:1-7).

Pero, ¿puede un hombre cumplir a propósito profecías que se refieren tanto a su nacimiento como a su muerte?

Miqueas en el año 700 A.C., profetizó que el Mesías nacería en el pequeño pueblo de Belén (Miqueas 5:2). Isaías predijo que nacería de una joven virgen (Isaías 7:14). Y Oseas dijo que el Mesías vendría de Egipto (Oseas 11:1), el lugar exacto a donde los padres de Yeshûa lo llevaron después de su nacimiento.

Yeshûa fue traicionado por treinta piezas de plata. ¡El profeta Zacarías hizo esa profecía quinientos años antes de que Yeshûa naciera! (Zacarías 11:13). David vio con anticipación que el Mesías iba a ser menospreciado (Salmos 22:6), y eso sucedió mil años antes del nacimiento de Yeshûa y setecientos años antes del uso generalizado de la crucifixión por parte de los romanos para aquellos que ellos consideraban escoria y gusanos de la sociedad.

¿Cómo podía Yeshûa cumplir con esas profecías a propósito? ¿Y cómo podría su cumplimiento ser una “coincidencia”? Más que coincidencias son incidencias directas del mismo Dios.

La profecía y sus probabilidades

Peter Stoner, en su libro “The Science Speak”, ha calculado las probabilidades de que tan solo ocho profecías con respecto a Yeshûa pudiesen haberse cumplido accidentalmente en la vida de un hombre. ¡Las probabilidades son de una en diez a la decimoséptima potencia! ¡Esto es el número uno con diecisiete ceros después de él!

Para ilustrar estas probabilidades matemáticas, Stoner nos pide que nos imaginemos un estadio de fútbol, con capacidad para cien mil personas, al cual llenamos con dólares hasta que alcance la altura de la rodilla. Un avión sobrevuela el estadio y tira un dólar de plata con una marca negra. Palas mecánicas mueven y mezclan los dólares de plata por dos años. Luego a un hombre se le cubren los ojos y se le deja suelto en este mar de dólares de plata.

Las probabilidades de que él se agache y recoja el dólar marcado la primera vez, son las mismas probabilidades de que se cumplan ocho de las profecías bíblicas en la vida de un hombre accidentalmente. ¡También se podría argumentar que un avión tipo Boeing 747 podría ser el producto accidental de un tornado que pasa a través de un depósito de chatarra!

La profecía como prueba

El poderoso testimonio de la profecía cumplida en la vida de Yeshûa es la razón por la cual los escritores de los Evangelios apelan al mismo en sus escritos para probar que Yeshûa era el Mesías prometido. Es la razón por la cual Yeshûa apela a ello en sus enseñanzas a las multitudes (Mateo 5:17, 18). También es la razón por la cual Yeshûa lo enfatiza en las enseñanzas a sus discípulos después de la resurrección (Lucas 24:25).

De la misma manera, los apóstoles constantemente citan cumplimientos proféticos en sus sermones para verificar la identidad de Yeshûa. El día de la fiesta de Pentecostés, Pedro centró sus comentarios en el primer sermón del Evangelio, en las profecías de David que Yeshûa había cumplido (Hechos 2:24-36), Pedro utilizó la profecía nuevamente en su segundo sermón en el Templo (Hechos 3:12-26) y en su sermón ante Cornelio y su casa (Hechos 10).

En su primera epístola, Pedro se refiere a tres evidencias cardinales de la deidad de Yeshûa. Primero, menciona que él fue “testigo ocular de su majestad”, una referencia a la transfiguración. Luego, menciona que escuchó una “declaración hecha desde el cielo” en la cual Dios proclamó que Yeshûa era “su Hijo amado”. Finalmente, apela al testimonio de la profecía, señalando su cumplimiento en la vida de Yeshûa (2Pedro 1:16-19).

Felipe utilizó una profecía de Isaías para convertir al etíope eunuco (Hechos 8). Pablo, también se refirió constantemente a la profecía cumplida en sus predicaciones del Evangelio (Hechos 17:2-3). De hecho, cuando Pablo escribió su famosa definición del Evangelio en 1Corintios 15, enfatizó que todos los eventos principales en la vida de Yeshûa habían sucedido “de acuerdo a las Escrituras” (1Corintios 15:4).

El sentido común de la profecía

Toda la Escritura tiene un sentido común propio, no tenemos que hacer muchas maromas, para llegar a la interpretación de un texto. Debemos entender que hay un principio básico de interpretación, y es el que la Biblia es su misma intérprete. Sí, la Biblia se auto interpreta a sí misma. A esto debemos añadirle que si el sentido normal, o sea, el sentido literal bajo el cual se concibe el texto, tiene sentido lógico, no hay que buscarle otro sentido, a menos que termine con algo que no tenga sentido.

Veamos un ejemplo, que aparentemente suena muy armonioso, y que posiblemente podríamos llevarlo a esa interpretación aplicativa, pero que si dejamos el texto concebido de esa forma, se pierde totalmente el argumento de dicho texto, ya que este texto ha sido manipulado y espiritualizado.

En uno de los tantos libros escritos sobre temas proféticos, el autor espiritualizaba todo el contenido de lo dicho por el profeta Zacarías en su capítulo 14. Argumentaba que el Monte de los Olivos es algo simbólico y representa al corazón de una persona que se encuentra rodeado por el mal. Cuando la persona acepta a Yeshûa como su Salvador, el Señor viene a la vida de esa persona y se para sobre su “Monte de los Olivos”, o sea, su corazón. El corazón de aquella persona se quebranta, es decir, se hace una grieta en su monte, y luego el Mesías con su poder, derrota las fuerzas de maldad en la vida de la persona.

Esta interpretación parece muy linda, pero no es la correcta interpretación, pues el texto fue sacado de su contexto. Si alguien insiste en querer darle otro significado, al significado real de lo que la Biblia dice, lo va a lograr sin mucho trabajo, como en el caso anterior.

Debemos estar seguros de algo, y es que Dios siempre dice lo que quiere decir, pues la Biblia no fue escrita para que fuera solo interpretada y concebida por personas que tuvieran un doctorado en interpretación bíblica, o que por lo menos hubieran estudiado algo de Teología. Ahora, debemos entender que es verdad que las Escrituras no son de interpretación privada, ni particular y si alguien intenta interpretar las Escrituras por su propia cuenta, esto es un craso error en el que muchos han caído, y por eso, se han alejado de la vedad.

Debemos tener en cuenta la siguiente recomendación que nos hace el doctor Henry Morris en su libro “The Revelation Record”. Él nos dice: “Una clave crucial es aproximarse a las Escritura con una fe de niño y entender que el Apocalipsis o cualquier libro profético en la Biblia, no es difícil de comprender. Es difícil de creer. Si crees en Él, lo comprenderás.”

Un ejemplo clásico y a veces patético de lo que estamos tratando, es el de Apocalipsis 7, en el cual se nos dice que Dios escogerá a principios de la tribulación, a un gran número de personas judías para sellarlas y constituirlas en sus siervos para la predicación del evangelio en su mismo pueblo. El texto especifica, que son 144.000 los escogidos, y que van a ser seleccionados de entre las 12 tribus de Israel, doce mil por cada tribu.

Pero, muchos han espiritualizado este pasaje diciendo que estos escogidos representan a la iglesia, incluso otras doctrinas erradas como la de los russelitas, más conocida como los Testigos de Jehová, declaran que ellos son los 144.000, y solo ellos estarán en el cielo, los demás estaremos en la tierra.

La pregunta es, ¿Qué tiene que hacer Dios para convencernos de que Él escogerá a 144.000 judíos para llevar a cabo sus planes? Este texto es claro y es único, lo malo es la cantidad de interpretaciones erradas que se le han querido dar a esta profecía, y esto ha ocasionado mucha confusión entre las personas.

Debemos tener en cuenta otra situación y es el fenómeno “telescopio”, que comúnmente aparece en la Biblia. Este fenómeno ocurre cuando un profeta intenta describir lo que le está siendo revelado, y en su percepción comprime el intervalo de tiempo entre dos acontecimientos proféticos. La razón de este suceso tiene que ver con la perspectiva del profeta, pues conforme él mira hacia el futuro y ve una serie de acontecimientos a él le parece que éstos están unidos y forman parte de una secuencia inmediata, en donde no se discrimina la cronología de los eventos. Este hecho se puede comparar, cuando miramos una cadena de montañas. A simple vista éstas parecen estar juntas, las unas con las otras, pero la realidad es, que cada montaña está separada de la otra por grandes extensiones de valles. Así pasa con algunas profecías, que pueden estar demarcando dos o más eventos al mismo tiempo, pero con separación de tiempo entre el uno y el otro.