Israel en la Profecía – Parte 1

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Por causa de los tiempos actuales en los que vivimos bajo la insignia de ser los ciudadanos del tercer milenio, con todos sus adelantos, desarrollos tecnológicos y científicos, pero, también con sus afanes y angustias políticas y socioeconómicas, es necesario tener un panorama claro de lo que la Biblia como legado Divino significa para esta generación, la que puede ser la última de la cosecha, como fue declarado por el mismo Yeshûa cuando dijo: “De la higuera aprendan la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, saben que el verano está cerca” (Mateo 24:32).

El tiempo presente es único; solo los que hemos logrado traspasar los linderos de este tiempo podemos entender que no ha habido otro tiempo como en el que estamos viviendo, donde somos testigos presenciales y vivenciales de cómo el mundo tiene ya la plataforma de lanzamiento, en la que éste mismo se prepara para constituirse en lo que hoy denominamos la – “aldea global”. Por eso, es preciso saber que sobre las profecías bíblicas se ha especulado mucho, a tal grado, que se ha hecho burla de dichas profecías, en donde algunos inescrupulosos las han manipulado para su propio beneficio y les han dado interpretaciones erradas haciendo mucho daño a la verdad del Evangelio (2Pedro 3:15-16).

Por tales motivos, en este estudio tendremos un espíritu de interpretación reverente y respetuoso sometido a la guía del Espíritu Santo, no queriendo pretender que lo sabemos todo, ni haciendo esfuerzos de adivinar lo que ha de acontecer, y mucho menos queriendo así, nostradamizar las Sagradas Escrituras. De ahí que empezaremos viendo los hechos y realidades Bíblicas, a través del cumplimiento de muchas de las profecías que atañen a Israel quien es la higuera de la cual debemos aprender, ésa será nuestra base y desde la cual armaremos el mapa profético.

La Biblia enseña:

Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán.

Jeremías 23:3

Di, por tanto; así ha dicho YAHWEH: Yo los recogeré de los pueblos, y los congregaré de las tierras en las cuales están esparcidos, y les daré la tierra de Israel.

Ezequiel 11:17

El Holocausto y la Nueva Sion estuvieron orgánicamente relacionados. El asesinato de seis millones de judíos fue un factor causal básico en la creación del estado de Israel. Y esto armonizaba con una antigua y poderosa fuerza motriz de la historia judía: “la redención por medio del sufrimiento”. Millares de judíos piadosos entonaron su profesión de fe mientras se los empujaba hacia las cámaras de gas, porque creían que el castigo infligido a los judíos, era un proceso en cual Hitler era un mero agente, pues esto realmente era obra de Dios y constituía en sí mismo la prueba de que Él los había elegido.

De acuerdo con el profeta Amós, Dios había dicho: “A ustedes solamente he conocido de todas las familias de la tierra; por tanto, los castigaré por todas sus maldades” (Amós 3:2). Como lo dijera Arthur A. Cohen en su libro (The Natural and Supernatural Jew): “Los sufrimientos padecidos en las prisiones de Auschwitz no eran meros sucesos. Eran sanciones morales. Eran parte de un plan. Confirmaban la gloria futura. Más aun, Dios no solo estaba irritado con los judíos. Estaba adolorido. Lloraba con ellos. Los acompañaba a las cámaras de gas, como los había acompañado al Exilio.”

Ello implicaba expresar la causa y el efecto en términos espirituales. Pero, también es posible expresarla en términos históricos. La creación del nuevo Estado de Israel fue la consecuencia de los sufrimientos judíos. Incluso antes de la Segunda Guerra Mundial, la política antijudía produjo el efecto involuntario de fortalecer mucho a la comunidad judía que vivían en el Medio Oriente. De acuerdo con Robert Wistrich en su libro “Hitler´s Apocalypse: Jews and the Nazi Legacy”, con el tiempo Hitler llegó a ver el estado judío como un posible enemigo, un “segundo Vaticano”, un “Komintern judío”, es decir, una “nueva base de poder de la comunidad judía mundial”. Pero durante cierto tiempo, en la década de 1.930, los nazis colaboraron activamente en la emigración de judíos alemanes a su tierra. De ese modo, no solo sesenta mil judíos alemanes llegaron al hogar nacional, sino que los bienes de este grupo representaron un papel importante en la creación allí de una infraestructura industrial y comercial.

La guerra, que trajo consigo no solo el ataque físico de Hitler a los judíos a quienes veía como su principal enemigo, sino la posibilidad que tuvieron los judíos de replicarle a través de los aliados activó la última fase del programa sionista. Desde el comienzo de la guerra en 1.939, la creación del estado israelí, lo más pronto posible, se convirtió en el propósito supremo de los sionistas y se extendió gradualmente a la mayoría de la comunidad judía mundial.

Los obstáculos que se oponían a la realización del sionismo todavía eran considerables. No era suficiente derrotar a Hitler. Era necesario eliminar las objeciones que provenían de los tres aliados victoriosos, es decir, Estados Unidos, Gran Bretaña y la Rusia soviética. Es paradójico pensar, pero así es, que la comunidad judía, siempre emerge después de sufrir embates contra su identidad. Por eso, vemos que una dispersión, trae la unidad y que una destrucción trae la edificación.

El estudio de los judíos en la historia y su participación en la profecía es clave y de gran importancia pues a través de este pueblo, es que tenemos la mayor parte del cumplimiento profético, y son un punto de mucha referencia en la profecía bíblica. Las Escrituras revelan que el pueblo de Israel es la “niña de los ojos de Dios” (Zacarías 2:8). Su tierra es descrita como “santa” (Zacarías 2:12). Jerusalem su capital es descrita como “el centro de las naciones” (Ezequiel 5:5). El pueblo de Israel es mostrado como la esposa desobediente de Dios (Ezequiel 16 y el libro de Oseas). Y la Biblia deja en claro que serán el objeto tanto de la ira de Dios (Jeremías 30:7), como de su gracia (Zacarías 13:1) al final de los tiempos. El panorama de la profecía que se relaciona con los judíos es asombroso. Se aplica al pasado, al presente y al futuro. Demuestra el amor y la gracia de Dios como ninguna otra cosa lo hace, excepto la cruz misma.

El apóstol Pablo estaba tan abrumado por la paciente decisión de Dios en traer un remanente a la salvación que clamó en éxtasis.

¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

Romanos 11:33

En la actualidad el gobierno israelí, en cabeza de su primer ministro Benjamín Netanyahu, está siendo presionado para que se sienten como nación nuevamente a las mesas de negociaciones después de la ruptura que hubo recientemente, para la firma del acuerdo de paz en el Medio Oriente. Un ejemplo de esto se dio cuando Ariel Sharon (Q.E.P.D.) quien fue primer ministro israelí decidió aceptar la llamada Hoja de Ruta, que contiene en sus páginas el plan internacional para el manejo de la paz, el cual es fomentado por el llamado “Cuarteto” compuesto por la Unión Europea (U. E.), Estados Unidos, Rusia y ONU. La exigencia de este tratado es que Israel debe de acogerse a la firma de la paz lo más pronto posible. En su momento, Ariel Sharon declaró que ante esta presión no había tenido otro camino que aceptar la Hoja de Ruta, propuesta por el Cuarteto.