En la antigua Roma, todo niño huérfano que se encontraba dentro de los territorios dominados por el Imperio, pasaba a ser su esclavo de inmediato.
No tener un padre, o un tutor o asesor legal (abogado), hacía que el niño quedara a expensas de la esclavitud romana, pues se entendía que, al no tener un tutor, el niño queda a la deriva sin ningún tipo de normas o leyes para su comportamiento y esa condición de falta de leyes en un individuo era inadmisible.
O sea que, los niños aprendían las leyes por medio del amor de sus padres o tutores legales, o por medio la imposición y castigo de Roma siendo esclavo del Imperio.
Cuando Yeshúa Mesías se hizo carne, el territorio en el que Él y sus discípulos vivían estaba bajo el dominio de Roma. Entender el contexto histórico es muy importante para comprender la relevancia de lo que quiso decir Yeshúa a sus discípulos:
Si me aman, guardarán mis Mandamientos. Entonces Yo rogaré al Padre para que les dé otro Abogado (Parákletos), para que esté con ustedes siempre: Aquel es el Espíritu de la Verdad, al cual el mundo no puede recibir, pues no lo discierne ni lo conoce. Pero ustedes sí lo conocen, porque mora con ustedes y estará en ustedes. No los dejaré huérfanos; vendré a ustedes.
Juan 14:15-18
Eso significaba que no quedábamos huérfanos, es decir, a expensas de la esclavitud del mundo y del sistema, sino que íbamos a ser instruidos en las Leyes y Mandamientos de nuestro Dios y Padre por medio del Asesor Legal (Parákletos).