La palabra “Alcohol” tiene su origen en el árabe hispánico (‘Kuhúl’) y también en el árabe clásico (‘Kuhl’). Al principio esta palabra era utilizada para describir el cosmético de polvos de antimonio que empleaban las mujeres para maquillarse, especialmente, pintarse los ojos, el cual era elaborado en un proceso de disolución.
Posteriormente pasó a llamarse así a los licores por causa de sus efectos. Cuando una persona está alcoholizada tiende a ver más bonitas a las personas, es como un proceso de maquillaje que afecta la mente. Así como el maquillaje realza la belleza de la persona, incluso ocultando imperfecciones, el alcohol hace que el individuo que está bajo sus efectos vea en las personas la belleza realzada por fuera de la realidad.
La Biblia enseña en el libro de Proverbios:
Proverbios 23:29-33 ¿De quién son los lamentos? ¿De quién los pesares? ¿De quién son los pleitos? ¿De quién las quejas? ¿De quién son las heridas gratuitas? ¿De quién los ojos morados? ¡Del que no suelta la botella de vino ni deja de probar licores! No te fijes en lo rojo que es el vino, ni en cómo brilla en la copa, ni en la suavidad con que se desliza; porque acaba mordiendo como serpiente y envenenando como víbora. Tus ojos verán alucinaciones, y tu corazón hablará perversidades.