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La Importancia de la Teviláh (Bautismo) en el Nombre de Yeshúa Mesías

Cuando les preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles que estaban en Jerusalem, ¿qué debían hacer tanto judíos como gentiles que eran temerosos de Dios, y que acababan de oír el mensaje de Salvación en sus diferentes idiomas? ¿Qué respondió Pedro? Veamos:

Había en Yerushaláyim judíos residentes, también varones temerosos de entre todos los gentiles bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confundidos, porque cada uno les oía hablar en su propio dialecto. Y estaban asombrados y maravillados, diciendo: Miren, ¿acaso no son de Galil todos estos que hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestro propio dialecto en el que hemos nacido?

Hechos 2:5-8

Al oírlo entonces, se conmovieron profundamente de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué debemos hacer?. Pedro les dijo: Arrepiéntanse, y bautícese cada uno de ustedes en el Nombre de Yeshúa Mesías, para perdón de los pecados; y recibirán el regalo del Espíritu de Santidad.

Hechos 2:37-38

Después de estas cosas el apóstol escribe en su carta primera sobre la importancia del Bautismo en el Nombre de Yeshúa:

Ya que el Mesías murió una vez para siempre por los pecados, el justo por causa de los injustos, para llevarnos a Dios, habiendo muerto en verdad en la carne, pero vivificado en Espíritu. Y por medio del Espíritu predicó en los tiempos antiguos, a los espíritus que ahora están encarcelados, aquellos que en los días de Nóaj, desobedecieron, mientras Dios esperaba con paciencia, entretanto se construía el arca. Y en ella, tan solo ocho almas se salvaron mediante el agua, agua que ahora está representada en el bautismo que los salva también a ustedes. Aquel bautismo que no consiste en la limpieza del cuerpo, sino en el compromiso de mantener una buena conciencia delante de Dios. Y esta salvación que se da, es posible por la resurrección de Yeshúa Mesías, quien habiendo subido al Cielo está a la derecha de Dios, y a quien están sometidos los ángeles, las autoridades y las potestades.

1 Pedro 3:18-22