En 1854, el Papa Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción que dice así:
“… la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda la mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano”.
Según este dogma católico, María no participó del pecado, ni siquiera de manera personal, desde el momento en que quedó en estado de embarazo. Lo anterior contradice la enseñanza Bíblica que dice:
Gálatas 4:4-5
Pero cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, el cual nació de una mujer, naciendo bajo Ley, para redimir a los que estaban bajo Ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos.
Precisamente el Mesías nacería de una mujer para llevar sobre sí la culpabilidad de todos, a través del vínculo de carne con su madre, por eso dice “naciendo bajo Ley” que es una expresión hebraica que significa “estar señalado o condenado por la Ley”. La Ley siempre señalará al infractor. Por tanto, si en el momento que María quedó en embarazo, ella ya no tendría ninguna relación con el pecado, sería falso lo que dice el apóstol Pablo de que Él “nació bajo Ley”, pues aunque Él nunca pecó, su condición humana conectada por medio de su madre haría que quedara señalado por la Ley, y por eso el mismo Dios cargaría todo el pecado del mundo, sobre Él, incluyendo los pecados de María hasta su muerte.
Lo cierto es que María, como cualquier ser humano, necesitaba ser redimida de sus pecados, pero a través de la Sangre del Mesías derramada en la cruz, y no en la concepción como enseña el dogma decretado por Pío IX.
Cabe resaltar que se dice que el día previo a que el Papa proclamara la Inmaculada Concepción, muchas personas encendieron antorchas y velas. Por tal razón es que en Colombia el 7 de diciembre se celebra el ‘Día de las velitas’, el cual también marca el principio de la Navidad.
