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En qué creemos

El Ministerio Tanak Emet y la Iglesia Palabra Verdadera tienen un credo confesional de fe basado estrictamente en lo revelado por las Sagradas Escrituras:

Creemos que YHWH es el Dios Verdadero, Espíritu Puro, Uno y Único. Es Eterno e Infinito, Creador y Soberano de todo lo visible e invisible, Todopoderoso y Digno de suprema adoración. Él es Padre Eterno, el Dios invisible a quien nadie ha podido ver excepto su Hijo Amado, Yeshúa.

Creemos que YESHÚA es el Mesías (Ungido), el Hijo Amado del Altísimo Padre Eterno, quien salió de Dios. Él es la imagen del Dios invisible y que por medio de Él y para Él fueron creadas todas las cosas. Es nuestro Señor y Salvador quien fue enviado por el Padre Celestial y engendrado por su Espíritu Santo en una virgen en su encarnación y nació como hombre y se desarrolló hasta su final como tal. Él murió en un madero por nuestros pecados y el Padre lo resucitó de entre los muertos por el poder de Su Espíritu, y por medio de Él tenemos vida eterna, pues por su sangre hemos sido limpiados de nuestros pecados. Él regresará por segunda vez como el Rey de reyes y establecerá en la Tierra su reino milenial de justicia en el que nosotros, su Iglesia, su Pueblo, reinaremos con Él como sacerdotes; pero, mientras llega ese momento nos preparamos en santificación por Su Espíritu Santo.

Creemos que el ESPÍRITU SANTO es la promesa enviada por el Padre para dar testimonio que Yeshúa es el Hijo de Dios. El Espíritu es la garantía de la promesa salvadora con el que hemos sido sellados y bautizados hasta el regreso del Mesías. El Espíritu es el garante del Nuevo Pacto por medio del cual el Eterno Dios escribe su Toráh (Ley) en nuestros corazones de carne, habiendo convertido nuestros corazones de piedra. El Espíritu es el sello que el Dios Todopoderoso pone en los corazones de los que hemos oído y creído al Evangelio, y por medio del cual podemos llamar al Dios Único y Verdadero, Abba, que significa “Padre”. Asimismo, creemos que somos guiados por Él a toda Verdad, siendo convencidos de pecado, es decir, de haber violado la Toráh, y somos renovados hasta alcanzar la estatura de la plenitud de nuestro Mesías, pues el Espíritu es el que escribe la Toráh (Ley) de Dios en nuestros corazones, Toráh (Ley) expresada como Sagrada Escritura.

Creemos que la SAGRADA ESCRITURA es inspirada por Dios, útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Y que en ella está revelada la voluntad de Dios para la humanidad, a través de los Mandamientos.

Creemos que los MANDAMIENTOS son las normas que el Eterno Dios ha establecido para el hombre, y por medio de las cuales permanecemos en Él y en su Hijo, para heredar así la vida eterna. Entendemos que el Mandamiento es santo, justo y bueno y por medio de ellos el hombre prolongará sus días y será prosperado en todo lo que haga. Creemos que vivir conforme a los Mandamientos es la forma de demostrar nuestro amor al Padre como está escrito: “Este es el amor a Dios, que guardemos sus Mandamientos los cuales no son difíciles de cumplir”. Por tanto, son el canal que Dios usa a fin de que cumpliéndolos, las bendiciones alcancen al hombre.

Creemos que el HOMBRE fue creado a imagen y semejanza de Dios, pero al tomar la decisión de pecar, afectó su relación con su Padre y Creador, lo que lo llevó a apartarse de Él. Consecuencia de su error, fue quedar destituido de la gloria de Dios, perdiendo así el derecho de hijo y quedando expuesto a maldición y miseria, la muerte espiritual y eterna. Pero, si acepta su culpa y reconoce su pecado, podrá recibir el perdón del Padre, por medio del acto del genuino arrepentimiento.

Creemos que el ARREPENTIMIENTO debe ser un acto de cambio sincero y completo de cada ser humano, que parte de la reflexión e interiorización que, apartado de Dios, nada puede hacer. Éste se ve reflejado en el rechazo total de su manera errada de vivir e incluye desde luego, el hecho de volverse hacia Dios y el reconocimiento de haber pecado contra Él. De esta manera, el Padre celestial pasará por alto el tiempo en que vivió en esta ignorancia, recibiendo así la justificación.

Creemos que la JUSTIFICACIÓN, por medio de la fe, de ser declarado justo por vivir conforme a la Justicia Divina que es la Toráh (Ley), es el acto benigno y judicial de Dios nuestro Padre, por el cual quedamos en paz con Él. Es esa Gracia que nos ha puesto a paz con el Eterno Dios. A su vez, se nos concede pleno perdón misericordioso de la culpa y la remisión completa de la pena en la que el Padre dice: Nunca más me acordaré de sus pecados. Siendo declarados así como justos o inocentes por parte de Dios. De esta manera recibimos la redención.

Creemos que la REDENCIÓN es la liberación que Yeshúa nos ha dado mediante el pago de precio de sangre que Él hizo, y por medio de este acto obtenemos nuestra restitución de volver a ser puestos en el lugar de donde habíamos caído. Este es un acto misericordioso del Padre celestial, a través de Su Hijo, en el que se nos regresa a nuestro derecho primario de ser hechos hijos de Dios, del cual habíamos caído por acción de nuestro pecado, siendo así llevados ahora a vivir una vida de santificación.

Creemos que la SANTIFICACIÓN es un estado de dedicación a Dios, al que hemos sido llamados como sus hijos, es el cumplimiento de nuestro propósito, pues sin santidad nadie verá al Señor y el mandamiento es, sean santos porque su Dios es Santo. Este estado será el que nos permita disfrutar de la eterna salvación.

Creemos que la SALVACIÓN es un acto de puro amor de Dios manifestado al hombre en la entrega de su Hijo Unigénito, Yeshúa Mesías, en sacrificio para que todo aquel que en Él cree no se pierda más tenga vida eterna. Para que en su muerte tengamos vida, pues estábamos muertos y hemos revivido, estábamos perdidos y fuimos hallados. Por tanto, viene a ser un estado de gozo por un pecador arrepentido. A fin de no caer en tentación y correr el riesgo de perder nuestra salvación, debemos practicar la oración.

Creemos que la ORACIÓN, junto a las otras disciplinas espirituales, es el medio de comunicación eficaz de los justos con nuestro Padre Eterno y que es comparada con copas de oro llenas de incienso, a través de la cual se desarrolla esa relación íntima entre Dios y su Iglesia.

Creemos que la IGLESIA es el cuerpo del Mesías, en el que Él es la cabeza y en el que cada miembro bien constituido está unido a los demás. Es la congregación o kehiláh de los santos en la que ya no hay judíos ni gentiles, pues de ambos pueblos ha tomado para hacer uno solo, ese Yisrael dónde Dios gobernará y ejercerá su dominio, y en el que somos hijos de Dios. La Iglesia es el templo del Espíritu Santo dado por Dios en el que cada miembro está inscrito en el Libro de la Vida, es decir la Toráh. La Iglesia es la novia que será tomada por el Mesías como una esposa preparada para Él, en la resurrección de los justos.

Creemos que la RESURRECCIÓN DE LOS JUSTOS será un acto único de Dios, como antesala del regreso del Mesías a la Tierra. Este acto se llevará a cabo a la final trompeta, en un abrir y cerrar de ojos, en el que las almas de los muertos en Yeshúa Mesías, se levantarán para vida eterna, por haberle recibido como Señor y Salvador. Y los que hayan sido sellados con el Espíritu de Santidad, y estén vivos para ese momento, serán arrebatados a las nubes y transformados recibiendo sus cuerpos espirituales e inmortales. Y todos aquellos que resuciten para vida y los que hayan sido arrebatados serán tomados en el aire para ser unidos a Yeshúa y reinar con Él, como sacerdotes, sobre todas las naciones en el milenio.

Creemos que el MILENIO será un período de tiempo de mil años, en los que el Mesías reinará en la Tierra con su Iglesia, que es su pueblo y congregación, constituyéndose así en un reino de sacerdotes para el Dios vivo. Los hombres que sobrevivan al regreso del Mesías, tendrán parte en el Milenio, pero serán regidos con vara de hierro por parte de Yeshúa el Mesías y de sus escogidos, mientras que Satanás y sus ángeles serán encadenados en el Abismo. Sin embargo, al final de este período, todos estos sobrevivientes serán engañados por Satanás cuando éste sea liberado del Abismo y terminarán siendo destruidos y llevadas sus almas, junto con las de los muertos que murieron sin el Mesías y el temor de Dios, al juicio final.

Creemos que el JUICIO FINAL será el momento en el cual las almas de los muertos sin el Mesías, aquéllas que rechazaron someterse a su Señorío negando así Su sangre redentora y la salvación provista por Él, resuciten a condenación. Estas almas comparecerán ante el Juicio del Gran Trono Blanco en el que se abrirán en el Cielo los libros de sus obras y el Libro de la Vida que es la Toráh, y serán juzgadas conforme a las cosas ahí escritas, y por no encontrarse inscritas en el Libro de la Vida serán declaradas injustas o culpables, siendo lanzadas al castigo eterno juntamente con Satanás. Ésta será la muerte segunda. Después de este juicio, Dios hará cielos nuevos y tierra nueva.

Creemos que los CIELOS NUEVOS Y TIERRA NUEVA son una referencia al mundo venidero o estado espiritual en el que viviremos por la eternidad, realidad ésta que es mayor y superior en todo a la que vivimos actualmente y en la que tendrá parte todo aquel que haya reconocido voluntariamente a Yeshúa como su Mesías y Señor, y así todo le quede sujeto a Él y luego de esto, el Hijo mismo se sujetará al Padre, para que Dios sea todo en todos y la gloria sea solo de YHWH.