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Cumplimiento Profético de una Gran Pesca

Cuando Yaakov, a quien se le cambió su nombre por Yisrael, bendijo a los hijos de Yosef, Efráyim y Menashéh, usó una expresión hebrea que sólo se encuentra esa vez en la Biblia, por lo que es considerada un hápax legómenon, la palabra en cuestión es “וְיִדְגּוּ” “veyidgú” que ha sido traducida al español como “y aumenten”, “y multiplíquense”, etc.

Cuando verificamos la raíz hebrea de esa palabra identificamos que tiene que ver con la palabra que se usa para “pez” en hebreo, y por la forma en que está construida hace referencia o es denominativa de “desovar”, es decir el acto de reproducción de los peces.

Lo que estaba profetizando el Patriarca era una gran producción de almas representadas en peces y a la vez una pesca milagrosa de esa multitud de almas representadas en Efráyim y Menashéh quienes eran los hijos de Yosef, los cuales habían nacido en Egipto.

¿Cuántos de nosotros nacimos bajo el dominio de Egipto espiritual, es decir, del mundo, pero el Padre Eterno ha enviado su red y nos ha pescado para Él? Hoy somos parte de esa multitud de peces que vienen siendo pescados por Él, a través de Su Hijo Amado, nuestro Mesías Yeshúa. Estábamos dispersos, perdidos en Egipto, pero Él nos ha atraído con sus cuerdas o redes de amor, como cumplimiento de Su Palabra.

Andando Yeshúa junto al mar de Galil vio a dos hermanos: A Shimón, llamado Pedro, y a su hermano Andrés, que echaban una red en el mar, porque eran pescadores. Y les dijo: Vengan tras de Mí, y los haré pescadores de hombres. Y ellos, dejando al instante las redes, lo siguieron. Y pasando de allí adelante, vio a otros dos hermanos: A Yaakov, el de Zavdiel, y a Yojanán su hermano, que preparaban sus redes en la barca con su padre Zavdiel. Y los llamó. Y ellos, dejando al instante la barca y a su padre, lo siguieron.

Mateo 4:18-22